Era un ángel del cielo de los lagartos. Disparó a su padre y mató a su abuelo. La primavera llegó con virus malignos. Trató de esconderse de su suerte absurda. No halló consignas detrás de los setos. La prostitución pagaba sus sueños de artista. No podía soportar su propia ignorancia. Tenía un gato de porcelana triste. Solo se entendía con los perfiles huecos. Contestaba mal con discreta elocuencia. Tenía sus criterios y alimentaba a las ratas. Las devociones son propias de gentes iluminadas. Iluminadas o ilusas en los callejones sin salida. Con el tiempo, la materia viva formó una barrera de luces en la costa de la muerte. Por más que se buscó el cadáver del sueño nunca se encontró.