Contemplación – día 169

 Ese intercambio continuo
       de monedas
 entre el álamo albar y el viento,
       allá arriba,
 sobre el anchuroso río 
       de barbas blancas,
  
 nosotros, 
       espectadores de la apacible bondad,
 de la economía de la naturaleza,
 transcurriendo en la lentitud
       de la luz demorada
 que brilla en el reflejo,
       de la plata y el oro,
  
 transacciones de una riqueza pobre,
       pobre y limpia,
 allá arriba, a la altura de nuestra alma
       que contempla la luz
 que viene y que va
       en las caras de las monedas,
 las hojas del álamo
       danzando con el viento,
 malabares de monedas,
       brillos de bodas generosas,
  
 riqueza pobre, pobre y limpia
       como nuestra infancia. 
 
  
   

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