Amemos el lujo,
la belleza del objeto bien hecho.
Su calidad es su elegancia
y su elegancia, su calidad,
moneda bien acuñada.
Amemos el lujo,
las maneras amables, los tratos atentos,
los gestos cuidados, las caras humildes,
la vida de los hombres serenos
-como decía el maestro Ramón Oteo-.
La risa del otro siempre es grosera,
ruidosa, vulgar.
Amemos el lujo, su distancia, su discreción,
su desafecto de lo ostentoso. El lujo
no brilla, no llama la atención, odia chirriar.
Amemos el lujo. Amémonos a nosotros mismos.
Tiene que ver con los valores, no con el precio.
El lujo es la dignidad.
.
Corazón borracho
desnudo en su despacho.
Corazón corriente
madera que no siente.
Corazón que envidia
morlaco que se lidia.
Corazón vago
incendios que no apago.
Corazón loco
con el fuego me enroco.
Corazón caliente
sin perdón suficiente.
Corazón de orujo
la novia que me abdujo.
Corazón leal,
maravilla fatal.
Corazón decente
pájaro que no miente.
Corazón sin dueño
perdido por un sueño.
Corazón con dolor
que lo salve el color.
Corazón felino
irascible o cretino.
Limpio corazón
ventana a la razón.
Entré en la lectura de Mr. Train de Patti Smith
y me traje algunas frases reliquias,
como ella acostumbraba a hacer
cuando visitaba algún lugar sagrado,
piedras, cordeles, papel sellado, servilletas,
fotos polaroid, capullos de seda, plumas de ave…
Una caja de metáforas entremezcladas.Sigo siendo la misma persona, pensé, con mis defectos intactos, las mismas rodillas huesudas, gracias a Dios.Los muertos hablan. Hemos olvidado escuchar.Un trago de Año Nuevo brindando por nada.Atando cabos sueltos -decía el detective.Con el tiempo, a menudo, nos compenetramos, con aquello que no supimos comprender.Todos los escritores son vagabundos -murmuré-. Puede que algún día me encuentre entre ellos.Escribí para tener algo que leer.Nada se puede duplicar realmente. Ni un amor, ni una joya, ni un solo verso.He vivido en mi propio libro. Un libro que no pensé escribir,documentando el tiempo hacia adelante y hacia atrás.He observado cómo la nieve caía sobre el mar y he seguido los pasos de un viajero hace mucho desaparecido.He revivido instantes que eran perfectos en su certeza.Por favor, quedaos para siempre, les digo a las cosas que conozco. No os vayáis. No crezcáis.Lo que he perdido y no puedo encontrar, lo recuerdo. Lo que no puedo ver, intento evocarlo. Funciono a base de impulsos concatenados que rayan la iluminación.Creo en el movimiento. Creo en ese alegre globo que es el mundo. Creo en la medianoche y en la hora del mediodía. Pero ¿en qué más creo? A veces en todo. A veces en nada.Yo era mi propia mano de cartas afortunadas de un solitario.
Una mujer solitaria y reverente,
puesta al servicio de los dioses menores
que cuidan las cosas pequeñas de la vida,
dispuesta siempre a mover las aguas superficiales
por ver qué hay bajo el charco o la laguna.
Ella misma una escritora vagabunda.
Una verdadera inspiración.
Uno deja su huella,
un poema por ejemplo.
Es un signo expuesto
a la intemperie y a la suerte.
Dejo en él una fuente
de muerte que mana
y una erosión
de vida incipiente.
¿Quién no integra
sus contradicciones
en un fluir que nos lleva?
Si alguien lo recoge, sobrevivo.
Si nadie lo recoge y muere,
yo también muero con él.
La vida está llena de muchas
muertes cotidianas, de muchas
vidas salvadoras.
Uno no puede ser solo
el lugar de sus crímenes.
Hay brisas que lo dispersan
por los caminos del aire,
suertes indecisas que eligen
el perfil de las encrucijadas,
ramas conectadas que se abren
a la dispersión y el anhelo.
Uno no puede ser solo
la tumba del error.
Hay declives que se deslizan
imparables
hacia las fronteras líquidas del sueño,
corrientes que giran el agua
por el torbellino de la fugacidad,
perdiciones y reencuentros
que alimentan la sombra del devenir.
Uno no puede ser solo.
Hay semillas que esconden
la luz de los días
y días que tienen todos los recursos
de la felicidad en el aire que respiras.
Cuando ramón ramón
juanito garcía
y si carrillo ramón
entonces lópez mateos.
Si miraras juanito
verías garcía y si garcía
entonces lópez mateos
al lado ramón
cercando carrillo.
Y si un día lópez
entrevera mateos,
carrillo buscando
encontraría garcía
presto de juanito
ramón de su lado.
No hay juanito
sin garcía ni gracia
no hay ramón
sin carrillo y sin canción,
no hay música,
no hay alegría,
sin lópez, sin mateos,
sin carrillo y sin garcía.
Así que,
viva ramón, viva juanito,
viva garcía, viva lópez,
viva mateos, viva carrillo,
y viva zapata
que cierra el anillo.
El dragón chino que festeja el año del mono
estaba guiado por terroristas islámicos
en horas de asueto y diversión.
Un manto de niebla cubre la laguna recuperada.
Han vuelto los juncos y los cañizos a la ribera,
las aves acuáticas, los peces y los pescadores.
También los caimanes. Aunque nadie los ha visto.
Compro dos veces el mismo libro y sigo sin leerlo.
El líder político radical pierde la cabeza
por una adolescente que dibuja animales,
come gominolas y quiere ser santa.
Rambo dejó las armas por las letras.
Escribió un poemario titulado El arcoy la liebre.
He visto una rata mayúscula dándose un banquete
en medio de una carretera rural. Los coches la esquivan.
Ella ni se inmuta. Sigue pensando en ser reina.
Mi biblioteca tiene más libros de los que puedo leer.
Los cambio, uno por uno,
por piedras bajadas del Himalaya.
El afluente se cansó de desembocar en el Duero
y giró para desembocar en el Tajo.
El vuelo de cometas o el tiro con catapulta
o la caza con halcón no llegaron a triunfar
como deportes olímpicos. Tampoco
el lanzamiento de piedras sobre el agua.
El vuelo del águila dibujó un destino
que sólo supo interpretar la cabra montesa.
Competíamos por ver quién era el imbécil
que más corría. Quedé el segundo a un segundo.
Al final del camino había un precipicio
por el que se iban tirando todos los fieles de la secta.
El gurú los contemplaba desde una atalaya.
El gorrión picoteó el ojo del gato
y lo dejo ciego para hacer el Camino de Santiago.
En Barranca del Cobre -Méjico- hay una escuela
que enseña a andar en el abismo. No hay cifras del éxito.
Sólo sabemos que los buitres han prosperado.
El hombre que se comunicaba con los perros
ladraba con la misma agónica agitación
que a mí me ponía de los nervios. Le pregunté
que pasaba con tanto desconsuelo.
Me dijo que los perros se angustiaban
porque el cielo no los tenía en consideración.
Me fui a China y volví en el mismo día.
Tampoco es para tanto.
Moví ficha y el paradigma se cayó.
Entré en Rocas Rojas
siguiendo las huellas lácteas
de una luna menor
que alumbraba un camino de tierra
entre la sombría vegetación
del planeta innombrado.
Entré sin protección,
guiado por un instinto suicida,
pues morir ya no se había convertido
en una excusa para no entrar en acción.
Debía acabar con aquella presencia
que regía mi alma con mano siniestra,
el doble que me sustituía con deterioro
en el consejo, en la familia de los guerreros,
en el lecho furtivo del amor.
El destino de Rocas Rojas me deparó
tristes noticias de mí. Aquel doble
había cometido un crimen imperdonable
y ahora yo, no tan sólo tenía que encontrarlo,
sino que tenía que esconderme
de aquellos vengadores que lo buscaban,
es decir, que me buscaban.
Conseguí camuflarme sin parecerme,
conseguí ser yo sin mi apariencia,
conseguí verlo entre la dispersión de los reflejos,
de las luces oblicuas, de las aguas ufanas,
conseguí tenerlo bajo mi punto de mira,
conseguí disparar y acabar herido.
Desperté en el lecho de las mecánicas micénicas,
en el depósito experimental del resentimiento,
en la cúspide de los entes deplorables,
en el taller de las reparaciones biónicas.
Entre aquellas nubes de vapor,
entre aquellas descargas de rayos ultra-libres
pude retornar a la conciencia.
Pero era una conciencia nueva.
No reconocí en ella los valores
que mi memoria de transición aún recordaba.
Me sentí reprogramado, dispuesto
para afrontar otras dimensiones del yo,
otras oscuridades, otras exclamaciones,
otros resentimientos, otras luces.
Aún tardé heredades en olvidar todo
y comenzar de nuevo, mi nuevo destino,
mi nuevo ángel de un tiempo de orfandad y sombra.
Amo a los animales, por eso me los como.
Pollos, conejos, ocas, patos,
cabritos, terneros, vacas, bueyes, corderos,
aves, truces, trenes,
del mar, del río, del aire, de la tierra,
cerdos, el ave más bella del mundo
si volara, como dijo Cunqueiro.
La humanidad entera, yo el primero,
o el último, qué más da,
debemos estarles eternamente agradecidos.
Ellos contribuyeron, en gran medida,
a que el cerebro de los primeros primates
pasara de 450 cm3 a los 1800 actuales.
Ello permitió las habilidades
del habla y las herramientas,
y todas las invenciones desde el fuego y la rueda
a este teclado en el que escribo
estas palabras de un troglodíta depredator,
que, aclaro, no soy yo.
Desde aquí se van oyendo
los gritos de los veganos o vegetarianos
o animalistas que dicen amar a los animales
y viven con cocodrilos.
Si solo hubiéramos comido hierbas
ahora seríamos apacibles como rumiantes,
cobardes como conejos, acuosos líricos
entre las garras del tigre.
Pero, no, decidimos comer carne
hacernos agresivos para combatir
a los predators que nos tenían en su dieta.
Quisimos ser como ellos y aquí estamos,
decididos a acabar nuestros días
consumidos por el amor,
el amor a los animales.
Si el cuervo quiere volar,
ponte presto a cabalgar.
Si el cuervo vuela por lo alto,
toma el castillo al asalto.
Y si el cuervo vuela raso,
no retrocedas ni un paso.
Si grazna el cuervo y no calla,
entra fiero en la batalla.
Si ves cuervo sobre cuerva,
tendrás una lucha acerva.
Si el cuervo estira la pata,
tendrás una guerra ingrata.
Si grazna desesperado,
no te pongas de su lado.
Si notas que se hace el muerto,
tú te haces el inexperto.
Si el cuervo duda en su vuelo,
tú te tumbas plano en el suelo.
Y si remonta muy crecido,
¡a degüello decidido!
Si se posa en una roca,
usar la ballesta toca.
Y si lo hace en peñas altas,
te cazarán si no saltas.
Si el cuervo entra en laberinto,
sufrirás por ser distinto.
Si el cuervo sale de la nada,
atizónate la espada.
Si el cuervo va por el frío,
despójate como un río.
Si el cuervo grazna su ciencia,
adquiere paz y paciencia.
No pierdas nunca ocasión
de ver los signos del cuervo,
tienen la sombra del cielo
y el brillo de sus secretos.
El cuervo siempre sabe
verdades que ignoramos,
el agua de los sueños
que escapa de las manos.
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