Oda a la piedra – día 181

 Te hemos cantado, piedra,
 en tu oscuro designio te han nombrado
 dios del silencio impenetrable,
 dios apagado de tu fuego celeste,
 rumor secreto del agua que busca
 el hético corazón sumiso de la tierra,
 dios, astro de un dominio milenario.
  
 Tu presencia sostiene 
       las columnas de la duración.
 Lates con el pulso inaudible de la montaña.
 Cobijas herméticas tribus
       que huyen de la luz.
 Eres un hogar, en ti hay reposo.
 Tu contención no es mansedumbre.
 Para la elevación o el hundimiento nos usas.
 Tus sillares en los conventos, las iglesias,
       los escalones de las plazas públicas, las gradas,
 son los pasos del hombre hacia las alturas.
  
 Rústica y excavada, hacia la entraña, cueva, 
 cuenco, depósito de almas y cosechas,
 nos entregas al calor de nuestra propia oxidación,
 el oro perdido de nuestras ansias sublimes
       de no ser solo carne diluyéndose en la nada.
 Tu sustentas la firmeza del ser y cobijas las raíces
       del no ser. Un abrazo que nos humana 
 en la lentitud frenética del espacio. Piedra, 
       en ti viajamos, hacia tu hondo silencio.
 Borrando el rostro y el cincel, nuestra desaparición,
 será tu primera suma, nuestra última patria. 
        

El color de la vida – día 180

  Todo tiene el color de la manzana.
 ¿De dónde vienen tantas intemperies?
 No será nunca para mí la bella
       que desmiente el martirio de los días,
 la hermosa de caminos nacidos para el sueño.
 El amanecer es una promesa pascual y ecuménica.
 El rapto oscuro ejerce la venganza.
 Hay silencio, suaves arrullos, verdes ramas.
 Todo tiene el color de la manzana.
  
 Miro el color del limón en la ventana.
 El comienzo siempre es una promesa del verano.
 Nada caduca en el agua de la noche callada.
 El rumor del alba pulsa las campanas de la paz.
 ¿Quién no oye la reparación del amor 
       en el primer café de la mañana?
 Todo tiene el color del limón en la ventana.
  
 Los soles cuadrados del cristal te llaman.
 Incendian el color reposado de la madera.
 La calidez interior es consecuencia de una hoguera
       de leños que tú repones con tu fiera determinación
 de ser el pulso armónico que te lleva más allá de la traición.
 Y aunque nada sea del color de tu preferencia,
       todos sus matices revelan una riqueza inagotable,
 una ensenada de caminos que se abren al destino
 que tú eliges, con toda la fortuna de la suerte que te aguarda.
 Todo tiene el color del sol en la ventana. 
        

Autopista – día 179

  El día es de católica majestad
 en la autopista que borra
 las huellas de la caravana,
  
 tiene sorpresas de bullicios ordinarios,
 de hábitos perfectamente ejecutados,
 de cuarteados registros meticulosos
       en su pérgola de viento soleado,
  
 el mar intermitente te regala un velero,
 el túnel se calla como un río 
       herido por la ceguera,
 hay camellos que corren más que tú
       en esta procesión de murciélagos insomnes,
  
 no hay pérdida, no hay emoción, no hay vida,
 hay servidumbre, hay eficacia, hay coste,
  
 cuando lleguemos a la capital del mundo
 lo celebraremos comprando un traje nuevo
 para nuestro propio entierro,
  
 pagaremos el tributo del práctico y meticuloso
       gusano que nos orienta la vida, 
 hombres de muérdagos mudos.
        

Noche de boxeo – día 178

   
 No dirás nada que compunja
       al dios del mediodía,
 ni amortigüe el metal de la morgue
 que amonesta la servidumbre de la nube.
  
 Tu eres de la madera consumida 
       y elevada a la ceniza, así que,
 ¿Qué puedes decir en tu defensa 
       de solo flotabilidad,
 sin tigre, sin cascada, sin mundo,
 con solo una madre en tu doméstica lana
 que dice tu nombre de muérdago mudo,
 y busca protegerte del cuchillo etílico
       de la manada?
  
 El día se cierra en el estilismo pugilístico
 de la mansión caída en desuso, 
 propicia a tener todas las de perder 
 ante un directo de crochet y desperdicio.
      

Las acrobacias del sándalo – día 177

   El beso perdido en la encrucijada,
 el perfil cerrado de la crisálida,
  
 los números que voltean en el sorteo
 dictando la resolución de tu reflejo,
  
 escenarios de prensa matutina
 vertiendo su esclavitud de estaminas,
  
 arrebato del pájaro en la sombra
 cantando su perfil de paradoja,
  
 el cielo contra tus ansias viajeras
 rodando con los muertos que te llevan,
  
 toma mis defensas en brazos de tus deseos
 que ayer comían el pan ácimo de los reos,
  
 la dimensión exacta de tu infortunio,
 la rosa cumpliendo con el mes de junio,
  
 la verdad predicando sus deberes
 contra la voluntad de las cien veces,
  
 las perezas, molicies, perreas, galvanas…
 por no hacer no haces ni lo que te da la gana.
  
   

    

Son de plomo – día 176

   
 Son de plomo
 algunos días
 fundidos en la pereza.
 Estos acordes dispersos
 no construyen una canción.
 Tampoco consiguen
 pasar página.
  
 Estoy más nublado
 que el mismo cielo.
 Yo lluevo, él no.
 El gato ha intuido algo,
 hace sus cosas
       con una doble parsimonia.
  
 Llama por teléfono
 la solidaridad gremial
 de la música.
 “Mañana, claro, cómo no”.
 Solo entrando en la música
 puedo salir en cualquier sitio
 donde no haya clemencia
 para esta tapicería de cobalto.
    

Este sitio web utiliza cookies para que usted tenga la mejor experiencia de usuario. Si continúa navegando está dando su consentimiento para la aceptación de las mencionadas cookies y la aceptación de nuestra política de cookies, pinche el enlace para mayor información.plugin cookies

ACEPTAR
Aviso de cookies