Honor para el hombre que diluye el turbión ciego que lo domina y entra en los mares con pies desnudos oreado por palmas y brisas al ritmo de pífanos anónimos que atrapan el sándalo y lo libran en un arcangélico desastre del que sale lúcido y preciso, deslumbrado por las descuidadas virtudes que nacen del olvido. Siempre yendo adelante por nuevo sin saber las vueltas del camino. Adelante siempre y sin volverse a ver la estatua de su destino.
Administración
Deshonor para los chaqueteros – día 288
Arribistas, sí, cualquier excusa es buena para escapar del barco, lindos personajes de paquete huyendo cual ratas del naufragio, justo a tiempo para buscar otro destino, refugio de parásitos, responsables ellos los primeros del hundimiento, aprovechados chaqueteros, cargas de ruindad, lindos buscadores de los cargos públicos, las bajezas del falso, y al final, ladrones disfrazados que buscan pasar por honorables garrapatas de sobras y saldos.
Honor para el maestro – día 287
Honor al hombre que nos orienta a amar semillas y catacumbas escondidas, páramos obscenos, iglesias de razones, criaturas secretas, efemérides sobrias, imágenes íntimas y brunas vertiendo en cólera los venenos, desagües vértigos de la inclusa que alivia los sudores del alma. En círculos de albores y frutas, voluntad herida por el hambre despejando el rublo de las dudas. Trae el tiempo pasado y futuro del rigor que suben las columnas.
Deshonor para los cargos desatentos – día 286
Vedlos todos juntos reunidos tantos patriotas en comandita coches oficiales de lujo negros limpios recién lustrados como los brotes de la primavera tras la lluvia, en comida de hermandad azote de la rancia costumbre española de las partidas de cazadores en fincas con reserva de ciervos, aquí, en restaurante del preboste local, reunión de los cazadores de cargos, prebendas, consejeros, la patria nueva, vinos y honores, y que le den por el… a los pobres.
Honor para el luchador – día 285
Honor como una bandera libre de las maléficas intenciones del sátrapa que incendia consensos, que inquiere sangre de corazones nobles, para alimentar su sádica vocación de poder, los colores de sus ejércitos inclementes. Honor y memoria para el hombre que lo combate y sale desnudo y limpio de las zarpas feroces que quisieron abatirlo. Digan la verdad y proclamen su nombre.
Deshonor para el manipulador – día 284
Deshonor para los que proclaman virtudes que no cumplen, versiones adulteradas de líderes ínfimos, hablando en consignas como clones, vocablos rastreros eufemismos acrobáticos cortos ladrones, arribistas de palabra infecta chaqueteros inmundos de doble moral y subterfugios ridículos. Gallinas sin dirección, sin norte. Gentiles de metáforas bobas que nos estampan sus cromos bordes.
Honor para el hombre liberado – día 283
Honor para los hombres que evitan las adulaciones, notarías de la insignificancia, las fiebres del autoengaño, las boberías del prestigio, las fermentaciones fatuas del ego y sus naderías. Desprendido, puede distanciarse de las apariencias, las mentiras que llevan al barniz demacrado del simulacro, huir de la prisa, escapar del obsceno hundimiento y ser, solo ser, ya, sin divisas.
Deshonor para el asaltante del poder – día 282
. Bajo el discurso de proteger a la patria, se otorga a sí mismo el privilegio de ser inmune, de manipular los requisitos de la aparente legalidad y usar la ley en su beneficio, para expoliar al Estado. Ciegos al cínico brillo de su ombligo, quedamos paralizados, tontos, como animalillos abducidos que no reaccionan al mal que viene con melodiosa voz a destruirnos.
Romancillo de la Violenta Parra
hora que ya muerta Ya estas domesticada Antes la rebeldía Tu sangre conjugaba Te impedía vivir El amor, dónde estaba? Cantabas injusticias La voz por las barandas De las gentes humildes De las tierras cansadas Las familias extensas El dolor de una dama Perfil de soledad El amor, dónde estaba? Cantabas alegrías Jilguero de las ramas Vientos de la miseria Tristezas disfrazadas Zurciendo los tejidos El corazón que sangra Cocinas sin un ángel Alimentos sin alas Las perolas vacías Las verdades negadas Ahora que ya muerta Ya estas domesticada. Vienen los profesores Los médicos del alma Los cantantes que buscan Tu nombre con tu fama Pero queda tu fuerza, Libre, desparramada, Un desierto de arena Por el aire que clama El hambre de los niños Las visiones ancianas Los actos que deprimen La luz de la mirada. Qué poco han cambiado Las encías que sangran El mundo de los pobres Las ruinas de las casas Los almanaques negros Las gentes desoladas Los campos, los esteros, El sol de la ensenada El frío de las cumbres En la danza macabra Del demonio que gime Un canto que te alaba. Herida por amor Torbellino que arrasa El hombre que se fuga Por caminos y tramas Dejándote en orillas De selvas y marañas De clamores violentos De días sin mañanas Angustias contra ti Como armas desatadas Amor quebrantahuesos Dulce amor en la cama “Por ti viví contenta Sin ti la muerte santa”.