
Administración
Romance de la traición
a traición es un gusano que vive en la gusanera se mueve por intereses nacidos de su simpleza un hambre indomesticada el saldo de una indecencia treinta monedas de plata para una vida de mierda. Si se traicionan los sueños corrompes la primavera, debajo de tus alfombras vas escondiendo miserias olvidos que te delatan despojos de sementeras inclinaciones del miedo de ver tu rostro de cera reflejado en los espejos que siempre miran de cerca tu cara de felonía tu jeta de filoxera. La traición es como un sello, te va manchando, te impregna, ella te acota sus marcas tú vas dejando tus huellas, ella te talla los trajes tus dientes cinchan las muescas que vas dejando los rastros como una alimaña tensa, para que quede bien claro en los claros de la selva, que si descansas huyendo descansas como las fieras. Un parto del invisible corazón de sinvergüenza que va latiendo entre sombras los pálpitos sin defensa de su afán protagonista de su sangre traicionera, de su imagen reflejada como un Narciso cualquiera que aspira a ser el primero de la prole principesca aunque haya de caer toda la fama de los profetas, los mundos y los imperios, los dominios, las riquezas, ganados a sangre y fuego con el sudor de la guerra. Él ha de quedar primero aunque todo desaparezca. Mal haya el malhadado con su sangre traicionera. Quede prendido por siempre en la faz de su quimera.
Romance de K. que no cree en el amor
L desierto tiene vergeles entre kilómetros de arena ¿no te importa que nunca llegue el agua que lava la ausencia? ¿Prefieres la pura intemperie de la soledad y la nada, estrellas desnudas, relente, silencios que pulsas sin ganas? Perdido por los pareceres de tus opiniones devastadas tal vez el amor sea una suerte de imprecisión y encrucijada. Un lugar donde la voz huye llevada por vientos remotos, donde las ganas te consumen la sed de un cálamo sin fondo. Ya no lo escuchas, no lo quieres, lo que ofrece no te compensa, los oprobios de los ponientes, las fatigas de las cadencias. Sus postulados sobre el orden sus religiones hociqueras, sus penurias, sus devociones, sus simulacros de decencia, han consumido tu deseo, han desgastado tu clemencia, han contribuido a la escasez del alma que gime y se enferma. P.D. a Antonio Escohotado, cascarrabias inveterado.
Romance de las monjas cerveceras
aseando por las calles de un barrio de la ciudad me fui perdiendo en la tarde sin saber por donde andar. A la vuelta de la esquina me llevé la gran sorpresa, las monjitas del convento tomándose unas cervezas. Cuando estaban calentitas se pusieron a cantar “arriba con los pecados que vamos a confesar”. “Si nada humano es ajeno para las hijas de dios, probemos con otros vicios probemos la perdición. Sepamos lo que es el mundo, las gentes, los feligreses, las mujeres de la vida y los morlacos candentes, los ladrones, los perversos, los grandes corruptores, los que se afanan un duro, los que se roban millones. Los que regalan su sombra. los que reparten sus dones, los pobres mas desgraciados que no quitan, siempre ponen. Igualitos que nosotras que vivimos desprendidas, siervas de los sentimientos que no toleran la vida. Pongamos echar un clavo, digamos una blasfemia, será la mejor manera de conocer las sentencias que condenan a los hombres a ser esencias absurdas y a sus absurdos destinos que no se terminan nunca”. El grupito de las monjas ya se iban arremangando, entrando en el desvarío de los delirios borrachos. Cantando, ranas obscenas, letrillas de desparpajo, por escapar del bochorno me fui largando despacio. Que está bien la libertad que busca sus soluciones, y el fervor que mani-fiesta las represiones del orden. ¡Vivan las monjas alegres y los obispos pendones que la vida son dos días no nos toquen los cojones! P.D. Dedicado al ex-obispo de Solsona humano, demasiado humano.