LA CONVICCIÓN
La convicción, cerrada
como un pantalán de mástiles inhiestos,
mira por encima del hombro de la cerveza,
tiene una solución para todos los chicles masticados,
no corre, se cierne como una fortaleza
sobre las cabezas de los pájaros,
y marca los pasos certificados
por el himen de la ideología.
Es firme e insistente como monos aulladores
decididos a ahuyentar a la pantera del pantano.
Entre el criterio y la revolución, se reafirma a sí mismo
aleccionando a los otros.
Hace una hoguera con sus propios materiales de derribo,
y la enciende, en medio de la oscuridad, como un faro.
La convicción tiene un paso militar.
No lleva zapatos, lleva botas.
Quiere ir lejos, pero no se aleja de sus cuarteles.