Oración XXXV
Padre nuestro que estás en todas partes,
al que dirigimos ruegos y pedimos soluciones
como pánfilos mendicantes de favores fúnebres…
es tan egoísta y lamentable el tonito de nuestras oraciones,
tan pobre moral e intelectualmente
el contenido de nuestros mensajes,
tan desequilibrante la intención que pretendemos,
que acepto con humildad y fortaleza
que no nos hagas ni puto caso,
que te sean indiferentes nuestras lamentaciones,
que nos dejes al libre albedrío de las tempestades
y todos los desastres naturales que nos aniquilan.
Sea así ahora y para siempre
a ver si somos capaces de aprender
de nuestros propios errores y no pretendamos la eternidad
sin saber el valor de nuestras ideas de pacotilla.