Honor para el hombre ejecutado de improperios, criminalizado por la libertad de su opinión no concurrida, por su descaro en no doblegarse a los hurones que lo acechan, por sus altos álamos invencibles, fúlgidos y airosos, por su crisol de ardor entregado, su vigor ante la adversidad, su sueño a los pies de los caballos, la ceniza y el mar de su rostro consecuente con la fe del hado.