Honor para sus soles censados que van conservando sus nocturnas auroras, sus solicitaciones febriles, sus meditadas lunas, su espigada decisión que invierte su acritud en la fe de la música, el amor posible entre la niebla, en la incardinación de la duda que se resuelve en la luz del tiempo entrando con su rayo en la bruma, sumando las cosechas del hambre bajo un sueño de materia y lluvia.