Hay que huir del peligro tanto como de las tentaciones -espejos enfrentados- Huir siempre del ser humano, ser ajeno, estar en prevención, vivir escondido; De él, como del perro, la sarna o la dentellada, como del zorro, el engaño, la traición; Tener su maldad congénita bajo tu manto protector; No perderle los ojos a las serpientes venenosas, ni a los animales que cocean. Huir de las mujeres que te hacen perder el sentido, y no te ayudan a recuperarlo; De las mujeres que no te hacen perder el sentido y administran mal tu hacienda y te inducen a la esclavitud de los deberes. Para ellas es tan difícil encontrar al hombre de su medida, como para el hombre, encontrar la suya. De este desencuentro de hombre y mujer se derivan todos los males. Quien lo encuentra, se encuentra, y queda, por los dioses del azar, bendecido hasta la muerte y la memoria de la estirpe. Para él sea la música de las aguas ufanas