La verdad es un camino de ida y vuelta, por eso el rabino rabioso aconsejaba: Estar siempre en disposición de desprenderse; Que cuando se cierre una puerta y quedes en la calle, aceptes tu destino de calle; Ama tu esquina, tu rincón de costumbre, tu porción de lluvia y frío, tu intemperie; No dependas de la caridad del amo, al que siempre le falta una r para ser amor; Olvida el ego en cualquier estercolero de las segundas oportunidades; No tengas miedo de convertir una sala de espera en una casa de paso, en un hogar de viento y marea, en un festín de jilgueros liberados entre cerezos; En general, no tengas miedo, domínalo antes de que te domine y te lleve a comer hostias consagradas a las fauces oscuras del túnel tabernario; Ten despierto tu deseo para las mujeres que te deseen; Entra en la autopista con la música dispuesta para llegar a casa y dejar que el mundo siga su tarea sensible. Olvídate de mí. Yo siempre me desacredito para quienes se hacen ilusiones conmigo.