La Delincuencia Alguna vez lo he pensado: Los delincuentes, esa masa, la delincuencia, son como un estrato de la sociedad, un pueblo con sus códigos culturales, sus fórmulas de comportamiento, su lengua específica, su identidad al margen, sus maneras de relacionarse, una dimensión compacta, con más entidad que una nacionalidad cualquiera, con más patria que una patria cualquiera, solo le falta el himno y la bandera y un territorio propio, aunque lo tiene dentro de propio territorio de un país cualquiera. Ellos están allí, entre medio del poder y la gente. El poder los usa para dar miedo a la gente. El capital los usa para vender cámaras, verjas, guardias de los almacenes, policías verdes, policías azules, de todos los colores, planes de pensiones, seguros de hogar, perros guardianes, perros asesinos, lugares para huir. ¿Me puedo imaginar un país sin delincuencia? Si, me lo puedo imaginar, un país sin delincuencia. Con algún ladrón, con algún asesino y poco más. Un país en que esos pocos individuos no formaran esa masa compacta y abrumadora llamada delincuencia. Claro que para eso, el poder no debería estar en manos de los mayores delincuentes, esos que propician la delincuencia como barrera.