Poemas Carcelarios 3 – día 233

 Una mujer
  
 Tengo ya diez hombres
 perdidos en el ocaso de su locura.
 A mi virginal entrega
 no le importaba ni el delito
 ni la cantidad.
 Imperceptibles, borrados,
 de paso en las hojas de mi conciencia,
 verlos caídos no me conforta.
 Todavía no sé de qué venganza
 se nutre este juego de eros que erosiona
 la solidez del hombre.
 Cuando pierda la belleza
 se acabará esta agónica espiral
 que gira hacia el vacío interior.
 Por ahora son diez, pero seguro
 que caerá algún pájaro furtivo
 con el rostro de los siglos oscuros
 y su obscenidad queriendo lamer
 mis labios de fervor y sangre entregada.
 Solo soy una mujer, pero no he venido 
 a complacer a ninguna santidad,
       a ningún diablo. 
 
   

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