Entre tu piel y el aire, la exacta temperatura donde la vida se significa y adquiere un poder que resuelve la ecuación de la nada y el infinito. Una verdad de instantes con sabor a eternidad. Un espejismo de luces que prometían un sentido. Un rumor de olas cantando en el susurro de la más cercana lejanía. Tus ojos reflejando la profundidad del universo. Una constelación que nos contenía en el misterio de estar vivos. Entre tu piel y mi piel la certidumbre del fuego, su hacer y deshacer en el fulgor efímero de la noche sintiendo con el tacto la promesa de la verdad que sueña la esperanza: ser siempre y sin demora estrellas de la misma inmensidad.