Un asesino a sueldo recorre las calles vacías de la ciudad. Tiene un propósito firme y decidido y va a cumplirlo irremediablemente. Una vez tomada la decisión, ya no hay vuelta atrás. Cuando llega a la puerta de cristal llama con una pauta regulada, una percusión de consigna. La mujer de la bata blanca le da la bienvenida. -Buenos días señor López, pase por favor a la salita. La salita está vacía, como había pactado. Hay una pantalla de televisor apagada. Revistas de actualidad mental. Hay un reloj de cuco que no canta. Publicidades bien ordenadas. La consulta era solo para él. La discreción tiene un precio que él no dudó en pagar. Lo llamarán de inmediato. Está nervioso como una primera vez.