Los rostros del mundo (267) El buscavidas 15

EL BUSCAVIDAS 15

Él le dijo:
      “Volveré. No podría vivir sin ti”
Ella le dijo:
      “Te esperaré. Estás en mí para siempre”

Un azar los unió
      y un azar los separó.

Transcurridos diez años,
      náufragos de sí mismos,
entrando en el mar de la nostalgia,
él recordaba con melancolía
      los días de playa y amor en la arena,
ella no tenía otro tiempo
      que no fuera para atender a sus dos hijos.

“Todo se pierde” pensó él.
“Nada se gana” pensó ella.

Los rostros del mundo (266) El buscavidas 14

EL BUSCAVIDAS 14

Todos los muertos
      que no he enterrado,
me esperan a la vuelta de la esquina
y se me agarran a la garganta.

-	“Hola viejo egoísta,
¿sigues tu camino inmerecido,
sigues sin atender otras debilidades
que no sean las tuyas?”.

Los espectros hablan poco
pero dicen lo que quieren decir:
reproches que se quedaron atorando
la fluidez de la vida,
la líquida felicidad de este mundo.

Los rostros del mundo (264) Casas abandonadas

CASAS ABANDONADAS

Un desalojo de quimeras.
Un abandono de ilusiones.
Un olvido blanco.
Una muerte de kamikace.

¿A dónde se han ido
las personas que vivieron
en estas casas?

Los almendros viejos y arrugados
conservan almendras
en las altas ramas desnudas.

Se hace difícil pensar
que estas tierras de abandono y pedregal
      pudieron dar sustento a las familias.

Las contemplas
y se te encoge el alma.

Los rostros del mundo (261) Navegar

NAVEGAR

Hacer un poema es como navegar 
      en un barco velero.
Para navegar hay recursos, no recetas.
La improvisación de lo imprevisible
      lo hace verdaderamente emocionante.
y, aunque los dos tienen el riesgo de naufragar,
confiar en el viento, 
lo más cercano a la libertad, 
el tacto de la madera del lenguaje,
desnudez y soledad y valentía.
El poema debe fluir y, como un barco,
      saber llegar a buen puerto.

Imagino todos los recursos de atención
      y conocimiento, necesarios para navegar,
resolver todas las variantes del viento y el rapto,
y en caso de inminente fracaso,
saber tirar por la borda 
      el peso de lo bello prescindible.

Los rostros del mundo (260) Kafka

KAFKA

El otro día conocí a Kafka.
Había oído hablar de él.
Sabía de su existencia,
de sus penosas excursiones 
por los laberintos de la burocracia,
de su pesadumbre por la falta de lógica,
de su angustia por la ausencia de compasión, 
por la insistencia desesperante 
      de las acusaciones arbitrarias,
de los juicios sin ninguna garantía legal,
de su aplastamiento por la maquinaria represora 
      del estado o las grandes corporaciones sin corazón,
acusado siempre de actividades sospechosas,
perseguido con insania por insidiosos empleados
      azuzados como lobos.

Kafka,
el solitario ante el desolado paisaje 
      de la vida moderna, la era de la tecnología
al servicio de la confusión y la desatención.

Sí, lo conocí personalmente.
Sentí que éramos colegas, más,
      hermanos de infortunio.
Ahí estaba esa empresa de telefonía
aprisionándome, asfixiándome 
      con unas demandas falsas, tramposas, aprovechadas,
ruines, inventadas por ellos,
acusándome de incumplir una “permanencia”
-eufemismo de lo que antiguamente
se conocía con el nombre de esclavitud-
acusándome y acosándome
como si yo fuera un delincuente
que los dejó en la ruina.

¿Y ese ministerio que está en manos de un comunista,
que hace recomendaciones de no comer carne roja
cuando nosotros somos la carne roja de las corporaciones
que nos quieren comer el alma y otras vísceras?
¿Dónde está? ¿No se abolió la esclavitud? ¿Dónde está?







Los rostros del mundo (259) Qué difícil

QUÉ DIFÍCIL

Qué difícil lo simple,
qué falso el simplismo
de marcar el paso,
de mirar de frente,
de poner un gesto,
de hablar con simplezas
de las cosas turbias
de las graves cosas
de las cosas complejas 
como catedrales.

Qué difícil ser
simplemente sencillo,
elemental como una oda
a los ajos o la cebolla
o la bicicleta de Neruda
que amaba lo sencillo
sin ser el ramplón del griterío
ni cretino de pedestal
ni salva patrias a caballo
ni cerril a lo evidente
ni acusador ni acosador
del mal propio
achacado a los demás.

Qué difícil es ser claro
y limpio como el arroyo 
recién nacido
cuando se llevan siglos
creyendo que la tierra es tuya
que tuya es la hacienda
y el destino de los otros,
que es tuya la idea y la metopa
y el privilegio
que has ganado
a costa de los otros
que son esclavos y aún
te jalean como a un príncipe valiente


Los rostros del mundo (258) Negociación

NEGOCIACIÓN

La verdad no se la cree nadie.
Están todos tan adelantados,
son tan inteligentes, tan listos
que, pretendiendo ser perspicaces,
acaban entregados a la suspicacia,
y cuando dices la verdad,
no se creen que la digas de verdad.

Piensan que empiezas mintiendo,
que escondes información
con ánimo de ganar la partida,
que eres un estratega que pretende
enredarlos y llevarlos a tu terreno,
a tu aprovechamiento, a tu beneficio.

Cuando tú dices, seamos claros,
seamos limpios, digamos la verdad,
vayamos al grano, entienden
que el grano es el camino de una trampa,
una trampa para perdedores, para incautos.

Todo este enredo puede acabar 
en una negociación de negociaciones,
en una tragicomedia sin solución.

En fin. Allá ellos. 
Como Elías, yo me pido volar.

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