Los rostros del mundo (135) Requiem

 REQUIEM

Deja que todo sea triste y tenebroso,
frío y desolado, deja que la intemperie
dibuje sus témpanos en el rostro húmedo
del peregrino que busca en la noche gélida
al Dios precursor de la costumbre ordenada.

Deja que todo sea sufrimiento y muerte,
que el páramo sombrío no nos alimente,
que seamos espectros locos que transitan
famélicos por un desierto de perfiles
siniestros, de lunas pálidas, sin deseos,
en busca de tu bondad y misericordia.

Ríos secos, rostros disecados, congojas
y lamentos, vientos sin suerte sean nuestra
compañía, caminos sin sombras ni arengas
reparadoras, sin raíces ni campanas,
ni murmullo del agua, ni sonrisa, ni ancla,
cordel que ata los papeles de la condena
sean los pasos que acompasen nuestra alma
hacia el lugar de la perdición sin espejo.

Ya sin ella nada tiene sentido y solo 
el dolor compite por ser el elegido
más cordial de este descenso de espino y luto.

Los rostros del mundo (134) Interrogatorio

   INTERROGATORIO

-	¿Qué fue de P.?
-	Se encerró en la familia.
-	¿Y de J.?
-	Huyó de sí mismo.
-	¿Y de L.?
-	Se casó y se cansó y desapareció.
-	¿Y de V.?
-	Devino en sospecha y resentimiento.
-	¿Y de Z.?
-	Entró en la misantropía.
-	¿Y de A.?
-	Ni idea.
-	¿Y de R.?
-	No sé si sigue de follador o canta boleros.
-	¿Y de G.?
-	Cambió de concepto.
-	¿Y de U.?
-	Inspeccionando su estigma.
-	¿Y de B.?
-	Se subió en una bicicleta y sigue
    con su Camino de Santiago infinito.
-	¿Y de T.?
-	Resistiendo en el muro de la voluntad optimista.
-	¿Y de D.?
-	Deambula.
-	¿Y de C.?
-	Sigue sin encontrar el amor definitivo.
-	¿Y de E.?
-	Vive la vida de los otros.
-	¿Y de F.?
-	Febrilmente fatuo.
-	¿Y de X.?
-	Es una incógnita de la que nadie sabe nada.

Los rostros del mundo (133) Los cantos

   LOS CANTOS

Cuando la muerte vino a buscarme
yo ya estaba muerto. Respiraba 
como una anguila fuera del agua,
una agonía de interminable

arena, una garganta que sabe
su límite de dolor y calma.
Acataba una misión sagrada
con la devoción rota del aire,

asumiendo mis falsas monedas,
los confines que cercan los pasos,
los recodos del alma secreta.

Me salvaron del miedo los cantos,
las fértiles voces que despiertan
en la noche tambores rasgados.

Los rostros del mundo (132) Oración XXV

   ORACIÓN XXV

Tu sabes de mis Oraciones, Señor,
un poco profanas
y un tanto descreídas,
pero nunca alejadas
de mis mejores intenciones,
de mi instintiva inclinación espiritual.

Nunca te pediría
no hacerme responsable de mis actos,
ni que excusaras mis defectos,
ni que perdonaras mis culpas.
Creo en mi redención personal
      y eso siempre pasa
por asumir la responsabilidad
y el sufrimiento que conlleva o puede conllevar,
-ya sabes que el sufrimiento por el sufrimiento 
      es una tontada-

Así que Señor, hoy solo quiero
que seas por siempre alabado,
por la gracia de mi salud mental
que pasa por las Oraciones.

Ya sabes que pretendo ser poeta
y sin Oraciones, no hay poema posible.

Los rostros del mundo (130) Soneto de los idiotas

   SONETO DE LOS IDIOTAS 

Cuando el idiota manda estas jodido.
Cuando el cretino ordena más te vale
saber cuándo el morlaco amaga o sale
envistiendo e hiriendo sin sentido.

Cuando el inepto inventa estas perdido.
Si el soberano insiste en su ser, cale
buscar salida antes de que te hale
el alma o te perturbe el impedido.

Abundan estos pájaros de falso
prestigio, directores de museos,
próceres que desvían tu camino.

Mandones que presumen de cadalso
donde ensalzan sus pútridos babeos
y niegan el valor del más genuino. 

Los rostros del mundo (129) El espíritu hueco

  EL ESPÍRITU HUECO

-	¿Qué es el espíritu hueco?

-	Me imagino un vacío.
Un vacío de pereza y suciedad dentro de una tinaja gigante,
donde viven hombres dejados, inactivos, dementes.
A cierta hora entra un poco de luz cenital, pero el resto
del tiempo, la gente se tumba en la penumbra esperando 
que alguien les tire un alimento desde arriba.
Nadie sale a buscarlo.
Viven de la caridad.
El ruido resuena, 
el tiempo no muda, 
la gente envejece,
nadie protesta,
el amor no existe.
Un pájaro de mal agüero sobrevuela por la cúpula
y no se oye otra voz que la de la queja.

-	Parece un cementerio de hombres vivientes, una leprosería, un círculo del infierno dantesco.
-	Puede ser. El hombre hueco vive en un tiempo vacío.


Los rostros del mundo (128) Voceros

   VOCEROS

Sócrates los combatió
pero no acabó con ellos.

Filósofos de palabrería fácil,
de gacetilla inquieta,
falsarios, aduladores y parleros
vendidos al mejor postor.

Siguen entre nosotros:
Sofistas degradados ahora
a simples voceros 
      del poder del dinero,
que no dudan en mentir
para servir a sus amos
por un puñado de dólares,
por las migajas del banquete.

Inventores de argumentos
para el acoso y derribo del contrario.

Periodistas de frontera
que no dudan en trajinar inmundicias.

Cronistas de la falsa verdad
que blanquean el rostro del corrupto.

Voceros: un oficio de reptiles
para insectos de tiniebla.

Los rostros del mundo (127) Breve historia de nuestros dioses.

   BREVE HISTORIA DE NUESTROS DIOSES

Primero fueron
los muchos dioses
de las dinastías olímpicas
que acabaron expoliados
para construir los nuevos templos
del dios único y terrible
que nos expulsó del paraíso
y dejó que Caín
fuera sembrando
la violencia por el mundo…

después vino su hijo
el dios del amor
que nos aconsejó 
poner la otra mejilla
que duró, superada la Edad Media,
hasta un poco más allá
del Renacimiento…

La Ilustración lo cambió
por el dios del progreso,
que a su vez fue sustituido
por el dios de la guerra,
que a su vez fue sustituido
por el dios del futuro,
que a su vez fue sustituido
por el dios de la tecnología,
que a su vez fue sustituido 
por el dios del consumismo…

consumidos los dioses
ya solo nos queda consumirnos
a nosotros mismos.

Los rostros del mundo (126) Caracteres IV

   CARACTERES IV

Vive en el pánico,
de ahí sus grandes carcajadas
y sus accesos de violencia. 

No soporta a los demás
porque no se soporta a sí mismo.

Fuerza a su alma
a ser lo que no es.
Esta frustración
acaba por generar
ira y desesperación.

Necesita de la autoficción
para conducirse,
necesita a los otros 
para destruirse.
Sin testigos todo es nada.

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