La tentación – día 2

La tentación siempre sigue ahí:
la de hablar con abstutricias de tornasol
que irisen las clemencias
de las rosas insufribles,
para que induzcan las feroces barracas
a febriles indicios de salud y pesetas,
 
así, claro,
para que nadie nos entienda,
como si,
que nos entendieran
fuera algo crésido o prístino.

He dejado – día 1

He dejado
la puerta de mi casa abierta
para que se entre por ella
toda la arborescencia
de una aurora sin consigna
y un latido sin penitencia.


Abierta y abierta
para que se vaya entrando
todo el bosque con su niebla,
la oruga, el zorro, el inspector
y la alimaña tensa,
para que pasen y vean
en un horizonte desnudo
las miradas que los reflejan,
el conmovido, el que tiene sed,
el que nada tiene y el que sólo sueña,


para que entren a la luz
de una lumbre dispuesta
y miren y se sienten y conversen y duerman
y digan que mi casa no es una casa
que mi casa es una ausencia,
un sencillo lugar de paso
como tantos en la tierra
donde no se discuten razones
ni se reparten sentencias.

Nuevo blog: La casa del lenguaje

Este bloc, si los dioses benevolentes lo permiten, tendrá la duración de un año. Cada día, si mi pereza benevolentemente lo permite, subiré el dibujo de una casa y un poema.

Un poema es un prisma de luz que uno se encuentra en las arenas del camino. Más o menos sucio, rudimentario, transparente u opaco, procuraré que esté lo suficientemente limpio para que haga su función de reflejar la luz, que es como darla de nuevo, o penetrar en una oscuridad y dar claridad y consuelo, o permanecer como un objeto bello, talismático, que oriente la confusión y la deshaga entre la luz del día y permita asumir la realidad con el menos daño posible.

De pequeño, yo tenía un sueño recurrente: encontraba monedas enterradas en la tierra. Bastaba escarbar un poco y aparecían aquellas monedas de cinco pesetas o de cuatro duros de nuestra infancia. Al verme recoger tantas monedas, otros se acercaban a escarbar a mi alrededor. Yo seguía sacando monedas de más valor que los que se afanaban a mi lado.

No sé muy bien por qué relaciono aquel sueño de encontrar monedas con este propósito de hacer poemas. Yo veo un hilo conductor entre una cosa y otra. Tal vez tenga que ver con que ambas cosas se encuentran escarbando un poco. La realidad y lo onírico se juntan en el brillo de una moneda o de un poema. En fin, dilucidar. Lo dejo para otro día. Me interesa la cción. Ponerme en marcha con el dibujo y el poema. La teoría, otro día.

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