“El problema de soñar es que al final nos despertamos”. Patti Smith de su libro “El año del mono” Vi un anzuelo en la boca decorada de una joven prostituta. Vi un anciano caminando fatigado detrás de un carro al que no subía por no cansar al burro. Vi un esbelto jinete en medio del páramo ensayando una postura de estatua. Vi una arruga de trapo en un museo llamándome la atención por estar tranquilo ante el desorden. Vi una catedral poblada en las alturas por pájaros negros que volaban en bandadas gritando “somos los dueños”. Vi una estrella del cine seduciendo a un electricista del plató pasando del elenco poderoso de artistas y productores. Vi una barca arrastrada desde la orilla llevando carbón y pieles y nubes de contrabando. Vi a una joven madre fotografiando castillos, construyendo con sonrisas una explicación para su hijo. Vi un extenso cielo azul sin ninguna mancha blanca que lo interpelara. Vi un esqueleto blanco bajo la sombra de un árbol sin hojas. Vi una sala de espera con un hombre antiguo sentado en su penumbra. Me vi a mi mismo desenterrando monedas y volando por encima de los tejados. Los demás no sé si estaban a la expectativa o me perseguían. Vi un corsario al asalto de unas enaguas en el castillo de popa. Vi un capitán del desierto en la alcoba de una hermosa joven de Marrakech. Vi a un ajedrecista envuelto en túnicas, poniendo semillas en los casilleros de un ajedrez infinito. Vi a unos indios tomahawk extrañados y acechantes entre los helechos y el río. Aquello que observaban lo veían por primera vez. Vi los signos de la despedida en el frío del páramo infernal. Era yo sufriendo el abandono. Vi una farola y un grupo de gente marchándose entre risas. Atrás quedó alguien olvidado. Tal vez era yo. Demasiados yo para mi gusto. .