gusto conmigo mismo, en el silencio, en la sombra, estando solo en mi nido, todos los demás me sobran. Me sobra la gente lerda, me sobra la inteligente, los cínicos, los astutos, los que van y los que vienen. No soporto la alegría de los bobos que jalean al señorito que paga la desgana de su fiesta. Ni a tantos desmemoriados que excusan a los que abusan con un gesto de soberbia porque una parte era suya. Fanáticos del beneficio, locos de su sola causa, forofos de la indecencia barriendo para su casa. A quienes creen los cuentos del patriota pesetero y cantan, con ilusión, el himno del cementerio. No los soporto, no quiero que me toquen el espacio, ni un segundo de mi tiempo, ni un bigote de mi gato. Sí, me voy haciendo viejo, y hasta el amor y sus líos dejo que vayan pasando y que me dejen tranquilo. Desnudo hasta de mí mismo, sin otra pasión que el dios que vive y que me desvela buscando por mi interior, una energía que encuentre en acto la redención de tanto sueño incumplido silenciando su valor.