l rumor levanta colmenas. El humo sube en libertad. Todos tienen muchas palabras. Los árboles huyen del mar. Se inclinan ante los que gritan consignas de oprobio feraz, cosechas que algunos cultivan arando en el fondo del mar. Allá irán sus nuevos esclavos, autores de su propia maldad, rapaces cerriles creyentes prietos en las garras del mar. Los ciegos alumbran su luz y los mancos su manquedad, el pánico busca refugio en las hondas cuevas del mar. Abanderados y esculpidos por los usos del tribunal gimen los niños del sueño los limpios desastres del mar. Bajamos del cielo iracundos por una escalera fatal, las sombras son lobos esquivos que ignoran las almas del mar.