Los rumanos se hacen contratistas de obras menores. Las viejas roban. Las jóvenes se prostituyen o las prostituyen. Los marroquís se ocupan de las obras de reforma y mantenimiento, los contratan los rumanos. Sus mujeres colapsan los ambulatorios y los servicios sociales. Las madres primerizas estrenan carritos de bebé modernos gratis. Los jóvenes reparten el hachís y otras drogas. Otros hacen guardia en las oficinas de compraventa de segunda mano. Los chinos se quedan con los negocios de hostelería, los bares de tapas españolas y los restaurantes japoneses. Ya son dueños de los “todo a cien” de todas las ciudades y de todos los pueblos de España. Los japoneses, reverentes y fotógrafos, tienen negocios exquisitos, de diseño, de buen gusto. Los indios de la India tienen todos los chiringuitos de electrónica barata, artilugios de playa y maletas para migrar a Sudamérica y África. Los paquistanís hacen el reparto de las bombonas de butano. Los cubanos reparten las cervezas y otras bebidas con y sin espíritu. También hacen trabajos de discoteca: camareros, porteros, músicos, relaciones públicas. También son doctores de ambulatorios y urgencias. Para doctores, los argentinos: Dentistas, y sobre todo, faltaría más, psicólogos. Están en las cocinas de parrilleros y en las discotecas de relaciones públicas y seductores. Los sub-saharianos trabajan en la agricultura. Recogen las frutas y los frutos. Van al campo en bicicleta. Las colombianas copan los prostíbulos. Los colombianos - no todos son ciclistas- toman y toman y hacen lo que pueden. Los rusos son una mafia y hacen de guardaespaldas, como los serbios o los bosnios. Estos últimos se dedican al crimen con violencia. Las rusas son las putas rubias y finas de los prostíbulos de lujo o las traductoras de las tiendas de lujo. El lujo está cerca de las rusas, palabra que engloba a las chicas de otras repúblicas exsoviéticas: bielorrusas, ucranianas, lituanas… El resto de la población, envejecida, obesa, enferma, muriendo por el covid, esperando subvenciones, son españoles, con toda esa masa de parados, chuletas, paseantes de perros, políticos corruptos, youtubers, chicas despectivas, junto a los gitanos fibrosos como juncos y las gitanas, gordas como morsas. Los que hacen gimnasia, pádel, runners, son otra estirpe, tienen buenos salarios, usan corbata y trajes del corte inglés. Los que se los hacen a medida ya son la élite. Después están los futboleros, los nacionalistas -catalanes y vascos a los que hay que echar de comer aparte- y los poetas del montón. Después estoy yo que me cago en la madre que os parió a todos. A todos menos a unos cuantos, que la amistad es sagrada.