ORACIÓN XI ¡Oh Señor del orden represivo! que nos escribiste las tablas de la ley, que nos diste pautas para no devorarnos, que pusiste en marcha la moral social, que nos mandaste comulgar con tus preceptos, que orientaste el ansia y el deseo y lo libraste del influjo lascivo de la perdición, que controlaste la violencia a la que nos abocaba nuestra naturaleza y nuestro temor a la muerte, ¿por qué has permitido que el control represivo pase a manos de los dictadores y su policía, a manos de los sacerdotes desviados de su misión, a manos de los delincuentes y sus secuaces políticos? Vuelve y toma el poder directamente en tus manos y manda al infierno a todos los intermediarios que solo piensan en forrase los bolsillos.