SAFO muestra su melancolía: la suavidad de la entrepierna, tan rosada y blanca de su amiga, que ella va a reservar para otras manos, para otra boca, tan sucias, tan indignas, tan inmerecidas, la hacen enfermar: le angustia saber que ella no gozará esa lozanía, esa belleza y será de otro indigno y sucio opresor inhábil inmerecido y siente el dolor melancólico de verse privada, de no ser vista, ignorada en su amor devoto y verdadero.