ORACIÓN XVIII
Señor, no me enseñes a ser indulgente,
así, en general y en abstracto.
Hay asesinos que merecen
que les adelantemos la muerte
antes de que aniquilen la vida de los inocentes.
No puedo ni quiero ser indulgente
con el asesino de la niña a la que violó.
No dejes que tenga ni una millonésima
parte de un gramo de perdón
para con ese individuo.
Facilítanos las cosas, señor:
¿por qué no le das tú, que todo lo puedes,
la bendición de que se suicide
antes de que cometa ningún otro crimen?
Así nos libraríamos del terrible abismo
de saber que ese ser depravado,
es humano como nosotros mismos.