SONETOS DE LA INTEMPERIE 11 Subió a los trenes cuando yo bajaba. Entraba en bares, cines, discotecas, cementerios, estudios, bibliotecas en el momento justo en que dejaba yo esos sitios. Llevaba en su mirada un secreto mensaje. Parecía buscar alguna cosa. Yo salía ignorando el candor de esa mirada. Jamás, ni de soslayo, se encontraron nuestros ojos. Si fuimos dos extraños en los mismos lugares y en los años transcurridos, fue porque se juntaron muchas torpes desidias del destino. Hallarla fue otro juego de mi sino.