SONETOS DE LA INTEMPERIE 5 Me ha llamado la tristeza esta mañana con voz de madre olvidada por el hijo. Ha entrado el verde y famélico acertijo de ser yo mismo el gusano y la manzana. Es húmeda, ya se ha dicho, la campana que convoca los meandros del prefijo, un aceite de suspiros tan prolijo que anega el vacío, el muro y la ventana. Todo hervido, el pez, el rostro, la manteca. Tendrá sus huesos ligeros para el uso el fantasma del ratón de biblioteca. El informe es un legajo muy confuso que convierte la ternura en una mueca de sonámbulo perdido por lo obtuso.