EPIGRAMA 36
Os hemos dado el norte del que carecíais,
la intención y el oráculo,
el despegado camino
que tanto nos costó limpiar
de sucias realidades:
os hemos pintado de azul todos los cielos,
y hemos vuelto a dibujar
todas las estampas de los santos tutelares;
hemos despejado el pasado de brumas
y lavado el hollín y desbrozado las zarzas
del porvenir;
y ahora vosotros, hijos de la gran chingada,
después de tanto sacrificio,
os dedicáis a dilapidar en fiestas etílicas
y depravadas,
la herencia recibida del agónico trabajo
de todos vuestros antepasados.
Construimos un paraíso para vosotros,
y puesto que habéis decidido ser unos adanes,
no nos queda otra que expulsaros
a ganaros el pan con el sudor de vuestra frente.
Hasta aquí llegó el sudor de la nuestra.