EPIGRAMA 13 Relaja su tensión insultando a diestro y siniestro. No hay personaje que no acabe sentenciado por el juicio sumarísimo de su espíritu inflexible: políticos del lugar común, guionistas de las obviedades, presentadores de melosidad extrema, amigos de opiniones laxas, jovencitas desvergonzadas, crápulas del sarampión. Pobres de todos los enanos que pasan por su lado. Cuidado con los amos de los perros, los conductores despistados, los camareros lentos, los vecinos ruidosos. Serán, despiadadamente, menospreciados. Implacable moralista de los defectos ajenos, no incurre en ninguna forma de autocrítica. Un día, sin embargo, pasando por delante de un espejo exclamó: ¡qué miras imbécil!