ORACIÓN LXIII
¿Cuántos quieren que Dios
se dedique a salvar las vidas
de las víctimas de una guerra
o de una catástrofe natural?
¿O salvar de la muerte
a los niños atacados
por una enfermedad fatal?
Cuando la dimensión trágica
es tan devastadora
es inevitable hacerse la pregunta:
¿por qué Dios no hace nada?
Dios es la fatalidad del hombre:
es la vida de la muerte y la muerte de la vida.
Dios es la perpleja paradoja del sinsentido:
está donde no está y no está donde está.
Quien rece para pedir una respuesta
ignora que la respuesta es la oración.
El poeta siempre trabaja, fatalmente,
con oraciones.
Dios es insoslayable en la ecuación
de la vida y la muerte. .