Los rostros del mundo (297) Oración LVIII

ORACIÓN  LVIII

Señor, la chica sensible y bella,
sensible hasta el punto de la afectación
      por una nimiedad,
bella hasta el punto de provocar la ensoñación
      de la felicidad posible,

me bloquea porque piensa que soy
un áspero troglodita
después de un sortilegio de comentarios
y reparos que le hago a sus opiniones sublimes,

tan sublimes, cree ella,
que solo merecen aprobación y aplauso,

de una sublimidad, creo yo,
que solo merecen piedad y desconsuelo.

¿Podrías, Señor, 
armonizar este desencuentro?
Nada pretendo Señor,
sólo quiero evitar esta sensación
de que, con solo acercarme,
se va a romper la porcelana china.

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