ORACIÓN LVI Nombrarte Señor, elevarte, me convierte en hombre humilde, sumiso a la realidad inapelable del mundo, dócil al trabajo y al sufrimiento, devoto de ti y la familia y la tribu y la nación pasante pasatista, servil, acogotado, cobarde, pero a su vez, por reacción al aplastamiento, me transformo en insumiso, intrépido, radical, asaltante, sagaz. A ti te debo mi valentía, Señor, y a esa esclavitud, mi libertad.