ORACIÓN LIII ¿Sabes? Señor, me he comprado un huerto, una finquita que estaba infértil y abandonada. Pagué por ella los ahorros de un plan de pensiones. Una vez jubilado, ¿qué hacer? Y sin saber cómo ni cuándo, sin ninguna voluntad ni querencia he acabado comprando, un “troç de terra” como dicen en mi país. Una hectárea en medio del Camp de Tarragona. Todavía no me explico cómo he acabado aquí y menos cómo he seguido gastando dinero arreglando una cabaña, un pozo y una balsa que estaban sucios, inoperantes, degradados. A ciertas horas y a ciertos días, según sople el viento, viene un persistente olor de la cercana granja de cerdos. He tomado una decisión más inconsciente que conscientemente. Así es. Una fuerza que ignoro me ha traído hasta aquí. ¿Eres tú, Señor esa fuerza? ¿Eres tú quien quiere que trabaje esta infertilidad? ¿Eres tú que pretendes que haya una transformación de la tierra? ¿Acaso la tierra soy yo?