Los rostros del mundo (254) Tengo un amigo

TENGO UN AMIGO

Tengo un amigo 
que, si cayera en un pozo 
      lleno de serpientes,
acabaría jugando a las cartas con ellas
o contándose historias de los desiertos
o deliberando si Cristo es hijo de Dios
o si Dios es hijo de la imaginación del hombre. 

Si me ocurriera a mi
me escupirían venenos o mentiras,
dejarían que el miedo me paralizara el fémur
y me harían confesar mi afición a los óxidos
      o los caballos.
Entraría en la selva de mi memoria
y dejaría que mi abuela me diera un buen consejo
para no flotar en la inercia de los insectos.

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