Oración XLIV Concédenos Señor, una paz efímera, un descanso nuclear, un claro de bosque, un lugar sin huellas, un trozo de inexistencia, un pedazo de cielo sin aviones ni estelas que lo rasguen, una acción sin mácula de pecado, un oasis de silencio, una penumbra ininterrumpida, una cruz tumbada en el suelo, cubierta por la hierba, un patio cerrado por una pérgola trepada por la vid , un rincón de macetas con geranios invencibles, una vasija de renacimiento, una pila bautismal que nos limpie, una confesión sin palabras, una libertad soñada, un amor que nos redima, por un tiempo, de esta realidad aplastada por la gravedad, esa aliada de la muerte.