EPIGRAMA II En la cola de vacunación de la diecisiete dosis de refuerzo, los científicos de la oposición alumbraron la idea de que el virus, no solo era mutante, sino que era vacilón, bailarín y primo hermano del propietario de la farmacéutica que servía las dosis con chupito de orujo verde. La gente, no solo no se lo creyó, sino que continuaron haciendo cola por la treinta y dos dosis, no vaya a ser que por una más, nos muriéramos de neumonía atópica.