ORACIÓN XXIX Tú sabes, Señor, que eres una ficción mía como yo, tal vez, sea una ficción tuya. Un empate que la muerte resolverá a tu favor: Tú seguirás cautivando las mentes de los hombres y yo acabaré en un licencioso olvido sin rescate. Tú seguirás aquí bregando con el ser humano y yo me olvidaré de los enredos y las oraciones. A lo mejor es un destino más favorable de lo que pueda parecer. Tal vez, no debería lamentarlo. Ser eterno debe ser duro.