LOS CANTOS Cuando la muerte vino a buscarme yo ya estaba muerto. Respiraba como una anguila fuera del agua, una agonía de interminable arena, una garganta que sabe su límite de dolor y calma. Acataba una misión sagrada con la devoción rota del aire, asumiendo mis falsas monedas, los confines que cercan los pasos, los recodos del alma secreta. Me salvaron del miedo los cantos, las fértiles voces que despiertan en la noche tambores rasgados.