He bajado a la calle y he visto un perro andando como un señor y a un señor renqueando como un perro, una motocicleta petardeando como una mascletá buscando un horizonte de malajes, un rebaño juvenil a la entrada de un redil educativo, un anciano con un bastón buscando cocodrilos en la cola de una farmacia delincuente, balcones con banderas de causas estrelladas, loqueros y dementes bebiendo agua de una fuente, una nube perdida en el desierto azul de un cielo sin memoria, un músico a la espera debajo del árbol de las canciones y un paisano que venía de Soria cantando su mercancía de quesos, chorizos, decepciones y achicoria.