El Político Importante – día 36

El Político Importante
engola la voz
para dar solemnidad al acto
de entrega de diplomas
a los más sumisos de los súbditos.
También se pone
unas alzas en los zapatos
para disimular
su enanismo mental.
 
El Político Importante
resuelve la cuadratura del círculo:
impone sus intereses personales
por encima de los intereses del pueblo
y el pueblo lo aplaude. Y más:
lo proclama  LSD, es decir, 
Líder Supremo Defendible.
 
El Político Importante
sabe que tiene un lugar en la historia,
(ese catálogo de nombres ilustres
que pretenden sobrevivir en el tiempo),
por eso es un esclavo de su imagen.
Siempre procura aparecer distinguido,
natural, espontáneo, sonriente,
saludando a diestro y siniestro,
besando niños con flores,
ancianas con sombrero, caballeros andantes,
maniquís de grandes superficies,
líderes locales de los pueblos que visita
con la urgencia de Mister Marshall
en la peli de Berlanga.
 
Trata de evitar la impostura y la rigidez,
pero ¡aylas! no siempre puede,
a veces aparece su rostro de cartón piedra,
la mancha indeleble del alma de la camisa,
la etiqueta del pantalón recién estrenado,
la maldición de la mala imagen,
intrigante como esa cucaracha
que se pasea entre los pasteles del escaparate
de la mejor pastelería de la ciudad


    
 


 
 
 

 
 



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