El placer del agua – día 8

El primer homínido
      que cayó al agua
y empezó a chapotear de miedo
y a salpicar a los miembros
      asustados de la tribu
y sintió que hacía pie, que tocaba tierra,
y que el agua no era una oscura mano
que lo atrapaba y lo llevaba
a lo insondable, a lo ignoto,
descubrió, como tantas veces por azar
      o inesperadamente,
descubrió, digo, el placer del agua.
 
Y el primero, tal vez el mismo,
que sintió que flotaba
y podía entrar en las aguas que lo cubrían
y movió los brazos y las piernas
y avanzó inventando la natación,
nos proporcionó el más limpio placer
compensatorio de las frustraciones de la vida.
 
Placer que aún dura,
que nos da una felicidad de esplendor y verano,
tan hermoso como el mar o el amor.

 

Deja un comentario

Este sitio web utiliza cookies para que usted tenga la mejor experiencia de usuario. Si continúa navegando está dando su consentimiento para la aceptación de las mencionadas cookies y la aceptación de nuestra política de cookies, pinche el enlace para mayor información.plugin cookies

ACEPTAR
Aviso de cookies