Le entregas al mar una aventura incierta y te devuelve una espuma de cadáveres ilustrados. La niña que jugaba con la arena de la playa pensaba que su padre tumbado dormía y dormía y dormía y dormía… ¿Qué picotean las palomas a la orilla del mar, qué grano ven entre los granos de la arena? La joven que corría con su husky por la playa vio que su perro la adelantaba y se perdía en lontananza. El husky ni se giró, ni volvió, por mucho que su dueña lo llamara a grito pelado. El viento que encrespa las olas, encrespa el pelo de la mujer y las palabras del hombre que discute a su lado. Se acabó el verano. Lo indican las mesas vacías del chiringuito, las maderas inclinadas, las cuerdas de los rincones, las redes rotas, los gorriones bebiendo en las piscinas, el hotel entrando en el vacío fantasmal del repliegue y la ausencia. El sol que dora la arena, dora el alma de quien la contempla.