I En este juego de estar y no estar, de fuego y desvelo sin caridad ni consuelo con amor y malestar, es fatídico perverso como la furia desquiciada de domesticar un cangrejo en el cómico esperpento de la buena voluntad. Nadie puede decir si verdad o mentira, si el cortejo que respira lleva a la princesa de la alcoba a la mesa para decirle a sus pies, eres la sangre que represa mi corazón vienés, eres la tumba de mis penas que se alejan como un cometa incendiado por la meseta cuando te vuelvo a ver, una, dos veces o cien. II La señora enferma desvalija la lengua, un reloj de madera con horas verdaderas, un sifón colosal en la mesa del pan y la sal, un cuadro costumbrista visto por un equilibrista, la señora enfermera inaugura la primavera y el señor animal dice que la versoni es una tonta del bote, un soneto con estrambote fervorosa integrista corta de vista y lerda integral.