BREVE HISTORIA DE NUESTROS DIOSES Primero fueron los muchos dioses de las dinastías olímpicas que acabaron expoliados para construir los nuevos templos del dios único y terrible que nos expulsó del paraíso y dejó que Caín fuera sembrando la violencia por el mundo… después vino su hijo el dios del amor que nos aconsejó poner la otra mejilla que duró, superada la Edad Media, hasta un poco más allá del Renacimiento… La Ilustración lo cambió por el dios del progreso, que a su vez fue sustituido por el dios de la guerra, que a su vez fue sustituido por el dios del futuro, que a su vez fue sustituido por el dios de la tecnología, que a su vez fue sustituido por el dios del consumismo… consumidos los dioses ya solo nos queda consumirnos a nosotros mismos.
Los rostros del mundo
Los rostros del mundo (126) Caracteres IV
CARACTERES IV Vive en el pánico, de ahí sus grandes carcajadas y sus accesos de violencia. No soporta a los demás porque no se soporta a sí mismo. Fuerza a su alma a ser lo que no es. Esta frustración acaba por generar ira y desesperación. Necesita de la autoficción para conducirse, necesita a los otros para destruirse. Sin testigos todo es nada.
Los rostros del mundo (125) Hábito
HÁBITO Roberto B. tiene un hábito de domingo al medio día: Un vermut tinto y con sifón, para hacerlo durar. Y unas olivas rellenas para degustarlo sin prisas, con delectación. Entre la impaciencia y la paciencia, el lugar exacto del placer.
Los rostros del mundo (124) Poema sentencioso I
POEMA SENTENCIOSO I Si tienes amor no necesitas a nadie que te entretenga. Si eres infeliz alguien lo va a pagar.
Los rostros del mundo (123) Fanáticos
FANÁTICOS Somos tozudos. Cogemos un acto y lo calentamos al fuego de nuestros deseos de nuestra sentimentalidad para enderezarlo en la dirección contraria a la que el acto nos indica. No nos lo podemos creer. El acto es más sincero que nuestra mente. Nuestra mente es más obstinada que el acto. No se ve o no se quiere ver. Y, así, enarbolamos banderas fanáticas a favor de las fábulas fatídicas.
Los rostros del mundo (122) Un mal día
UN MAL DÍA Jesús, Cristo, tuviste un mal día el día que dijiste “quien no está conmigo, está contra mí”. Una frase propia de un pistolero de taberna, de un matón de frontera, de un fanático a punto de perder su escuadra, de un general que vive de la arenga, de un conquistador que se juega el destino a una carta, de un fascista en la cima de la desesperación. Tú también defendías una causa como un Hernán Cortés cualquiera, dibujando una raya para saber quién iba contigo y quién se borraba de la partida. Hasta Dios puede tener un mal día.
Los rostros del mundo (121) Oración XII B
ORACIÓN XII B ¡Oh Señor de la luz, que todo lo ves! que conoces el fondo oscuro de las malas intenciones, el corazón cainita de los hombres que creen lo que ignoran y quieren ser más que sus hermanos; A ti, te imploro, Señor del conocimiento, dame un poco de lucidez para tratar de comprender la verdad de quien me miente, ese enrevesado personaje que sonríe con una daga escondida, que come mi comida y prepara su veneno, al que le cuentas tu versión sincera y desliza un dato falso en mi memoria, el que enreda su mentira en mi verdad, el que suspende su hueso y se lo lleva a sustanciar otros cocidos. ¡Oh, Señor, te lo pido, encarecidamente, por ganar tiempo, por ir eliminando obstáculos, energías negativas, rencores innecesarios. He comprado un huerto y quiero dedicarme a contemplar el crecimiento de los frutales y no atender ni un segundo más a la fantasmagoría existencial de los traidores.
Los rostros del mundo (120) ¿Y si
¿Y SI de pronto un silencio de aguas submarinas emergiera a la superficie donde los hombres se comportan como buitres hambrientos? ¿Acaso ese silencio podría acabar con esta barbarie terrenal? ¿Acaso se harían líquidas las fronteras y desaparecerían los límites del ángel exterminador?
Los rostros del mundo (118) Guerra
GUERRA Nadie, de quienes fueron a la guerra, reconocía haber matado a nadie. Como si a la guerra se fuera a morir solo de afectación, de muerte natural, de elipsis gaélica, de metáfora endeble, de celeste sumisión, de piedra pensativa o silbo vulnerado… sin mediación de bala, explosión, o de gangrena o destripamiento o pálido misil o metal hiriente…
Los rostros del mundo (119) Bailar
BAILAR Me gusta bailar, dar vueltas al ritmo de la música, danzar, sentirme ingrávido, notar que soy uno con el cuerpo, que todo yo soy una onda más del universo, feliz esfera de un sistema en equilibrio, celeste carne que no se opone ni se resiste. Me gusta bailar. La única pega es esta música grosera e invasiva que nos ponen los que están al mando. Convulsión, grosería, intolerancia, desacato: el movimiento del electroshock no es baile.