Los rostros del mundo (246) El Buscavidas 8

EL BUSCAVIDAS 8

El alcaide se acercó al recluso
y con mala fe le dijo:
“en cierto sentido ya eres un hombre libre,
se ha divorciado de ti”

Él estaba en prisión
por haber robado para ella. 
Tal era su amor enajenado
que no dudó en cometer varios hurtos
para darle los gustos 
que él pensaba que ella quería.

Se suicidó y al fin quedó libre del todo.
El amor era su cárcel verdadera.

Los rostros del mundo (242) Jockey

JOCKEY

Me caí del caballo
y el caballo continuó corriendo
y el caballo superó todos los obstáculos
y el caballo llegó el primero
y el caballo ganó la carrera
por una cabeza de caballo.

Fue tan protagonista el caballo
que tardaron horas en venir a buscarme,
tirado allí en el seto
con la pierna rota
y el alma huyendo del infortunio.

Antes de caerme 
me dio tiempo a decirle 
a la oreja del caballo:
“ve y gana”
y el caballo obedeció mi orden 
y ganó.

Inmóvil,
en la soledad de mi dolor,
olvidado del mundo,
sentí que me desligaba 
de toda obligación, de todo compromiso
y entraba, casi sin darme cuenta,
en un nirvana, en una revelación,
en un estado de conciencia más lúcido,
en una ingravidez, en un control de mí mismo
extraordinario.

Dejé que el caballo volara
y yo volé con él.

Los rostros del mundo (241) Migrante

MIGRANTE

Trajo sus papeles en regla
y sus intenciones renovadas.

Pretendía darle la vuelta a su vida
demacrada por las deficiencias.

La ley le asistía y la razón formal
de los recursos invertidos 
deberían haberle abierto las puertas
de la estabilidad personal.

Pero un trabajo es una moral,
y el hombre creyó en las promesas
y calló lo que no le convenía saber
y cayó y cayó y cayó en la pobreza
y el desahucio.

Desertó de la desertización
y vino a desaparecer a este desierto,
lugar sin raíces, inhóspito, desafecto.

El destino mira los papeles y el viento
se los lleva a la basura.

Los rostros del mundo (240) Bufón

BUFÓN

Detrás de la aparente locura,
de la transgresión programada,
de la estudiada versión del teatro,
está el rapto de la extravagancia,
el arrebato del ofendido, 
el resentimiento y el ingenio
del hombre inteligente que vive
      de la caridad del bobo,

la verdad dicha con el descaro
del gran bufón,
el invicto que no teme a la muerte.

Los rostros del mundo (238) Muertos vivientes

MUERTOS VIVIENTES

Todos los muertos 
      que no he enterrado
me esperan a la vuelta de la esquina.

Se acercan silenciosos a decirme
que fui un egoísta,
que no atendí a sus expectativas, 
      a sus sufrimientos,
que no luché lo suficiente,
que los dejé en la estacada.

Tienen los rostros cerrados.
Están en esa espera demorada
de las preguntas que no se contestan.

Todo en el aire, como ese trapecista
que no sabe si se va a encontrar
      una mano que lo recoja
o una ausencia infinita.

Los rostros del mundo (237) Oración LI

Oración LI 

Qué hacer, Señor, cuando el mal entra 
en el jardín de nuestra vida y lo enmaraña
de resentimiento y amargura?
Señor, 
¿Cómo podemos evitar el daño del mal
cuando el mal ya está hecho?

Hace días que nos dieron la noticia
de que la peste de la pederastia
entró en nuestra comunidad.

No hay nada más sagrado que la infancia.
Tan sagrada como tú, Señor,
que eres nuestra infancia redimida.

¿Quién le devolverá la inocencia
al niño mancillado?
¿Cómo volverá la paz a las mentes
de su familia, que somos todos?

Señor, tú enseñas el perdón; 
a nosotros nos impulsa la venganza. 
Por eso tú eres Dios 
      y nosotros simples mortales.

¿Cómo volver al jardín ordenado
después de la catástrofe?
No hay retroceso en la flecha 
      del tiempo que nos lleva,
pero sí hay vuelta atrás 
      en el recuerdo de la memoria.
¿qué hacer? ¿cómo reparamos el daño?

Nosotros necesitamos sanación, Señor,
restaurar el camino hacia nosotros mismos,
volver al jardín ordenado por la mirada y la palabra,
rescatar el tiempo de la ilusión que nos impulsa,
permanecer siempre en los inicios.

El malvado no nos importa, Señor.
Caigan sobre él, todos los desprecios,
todas las maldiciones, todas las iras del mundo;
que le sea devuelto y duplicado
todo el daño que hizo,
o todos los perdones, si tú quieres Señor.
No nos importa su destino.
Importan nuestros hijos, importa nuestra infancia,
      importamos nosotros.

Entremos nosotros, pues, en el tiempo de la sanación.
Dejemos la maldad en manos de la justicia.

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