EL BUSCAVIDAS 8
El alcaide se acercó al recluso
y con mala fe le dijo:
“en cierto sentido ya eres un hombre libre,
se ha divorciado de ti”
Él estaba en prisión
por haber robado para ella.
Tal era su amor enajenado
que no dudó en cometer varios hurtos
para darle los gustos
que él pensaba que ella quería.
Se suicidó y al fin quedó libre del todo.
El amor era su cárcel verdadera.
EL BUSCAVIDAS 7
¿Y si un día
apareciera
el dueño del mundo
y me nombrara
y me dijera:
eres mi invitado,
la tierra es tuya,
toma lo que quieras?
Te aseguro:
No iría más allá de ti.
EL BUSCAVIDAS 6
Amo la madera madre,
la que deviene en fuego y arde.
Él dijo:
Amo el brillo de tu mirada.
En tus ojos se concentra
el impulso de mi sangre encendida.
Ella dijo:
Amo el fuego de tus ojos.
Soy la madera para el incendio
insondable de los encuentros.
JOCKEY
Me caí del caballo
y el caballo continuó corriendo
y el caballo superó todos los obstáculos
y el caballo llegó el primero
y el caballo ganó la carrera
por una cabeza de caballo.
Fue tan protagonista el caballo
que tardaron horas en venir a buscarme,
tirado allí en el seto
con la pierna rota
y el alma huyendo del infortunio.
Antes de caerme
me dio tiempo a decirle
a la oreja del caballo:
“ve y gana”
y el caballo obedeció mi orden
y ganó.
Inmóvil,
en la soledad de mi dolor,
olvidado del mundo,
sentí que me desligaba
de toda obligación, de todo compromiso
y entraba, casi sin darme cuenta,
en un nirvana, en una revelación,
en un estado de conciencia más lúcido,
en una ingravidez, en un control de mí mismo
extraordinario.
Dejé que el caballo volara
y yo volé con él.
MIGRANTE
Trajo sus papeles en regla
y sus intenciones renovadas.
Pretendía darle la vuelta a su vida
demacrada por las deficiencias.
La ley le asistía y la razón formal
de los recursos invertidos
deberían haberle abierto las puertas
de la estabilidad personal.
Pero un trabajo es una moral,
y el hombre creyó en las promesas
y calló lo que no le convenía saber
y cayó y cayó y cayó en la pobreza
y el desahucio.
Desertó de la desertización
y vino a desaparecer a este desierto,
lugar sin raíces, inhóspito, desafecto.
El destino mira los papeles y el viento
se los lleva a la basura.
BUFÓN
Detrás de la aparente locura,
de la transgresión programada,
de la estudiada versión del teatro,
está el rapto de la extravagancia,
el arrebato del ofendido,
el resentimiento y el ingenio
del hombre inteligente que vive
de la caridad del bobo,
la verdad dicha con el descaro
del gran bufón,
el invicto que no teme a la muerte.
LUMPEN
Que dios me de
cuatro sardinas
para comer
dentro la mina
y no me quite
las alpargatas
para llegar
hasta mi casa
donde me espera
lo que más quiero
la mi miseria
de mi destierro.
MUERTOS VIVIENTES
Todos los muertos
que no he enterrado
me esperan a la vuelta de la esquina.
Se acercan silenciosos a decirme
que fui un egoísta,
que no atendí a sus expectativas,
a sus sufrimientos,
que no luché lo suficiente,
que los dejé en la estacada.
Tienen los rostros cerrados.
Están en esa espera demorada
de las preguntas que no se contestan.
Todo en el aire, como ese trapecista
que no sabe si se va a encontrar
una mano que lo recoja
o una ausencia infinita.
Oración LI
Qué hacer, Señor, cuando el mal entra
en el jardín de nuestra vida y lo enmaraña
de resentimiento y amargura?
Señor,
¿Cómo podemos evitar el daño del mal
cuando el mal ya está hecho?
Hace días que nos dieron la noticia
de que la peste de la pederastia
entró en nuestra comunidad.
No hay nada más sagrado que la infancia.
Tan sagrada como tú, Señor,
que eres nuestra infancia redimida.
¿Quién le devolverá la inocencia
al niño mancillado?
¿Cómo volverá la paz a las mentes
de su familia, que somos todos?
Señor, tú enseñas el perdón;
a nosotros nos impulsa la venganza.
Por eso tú eres Dios
y nosotros simples mortales.
¿Cómo volver al jardín ordenado
después de la catástrofe?
No hay retroceso en la flecha
del tiempo que nos lleva,
pero sí hay vuelta atrás
en el recuerdo de la memoria.
¿qué hacer? ¿cómo reparamos el daño?
Nosotros necesitamos sanación, Señor,
restaurar el camino hacia nosotros mismos,
volver al jardín ordenado por la mirada y la palabra,
rescatar el tiempo de la ilusión que nos impulsa,
permanecer siempre en los inicios.
El malvado no nos importa, Señor.
Caigan sobre él, todos los desprecios,
todas las maldiciones, todas las iras del mundo;
que le sea devuelto y duplicado
todo el daño que hizo,
o todos los perdones, si tú quieres Señor.
No nos importa su destino.
Importan nuestros hijos, importa nuestra infancia,
importamos nosotros.
Entremos nosotros, pues, en el tiempo de la sanación.
Dejemos la maldad en manos de la justicia.
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