¿ dónde va la gente que no sabe dónde va? Murciélagos oscurecidos en las noches del palmeral, despistados o parapléjicos por las calles de la ciudad buscando respuestas en sombras que cierran las aguas del mar, las claridades de la sangre o los misterios de la paz. ¿A dónde va la gente que no sabe a dónde va? Cruzando las sendas del crimen durmiendo en la piel del cristal los rigores los van llevando con toda probabilidad a los martes del soliloquio a los sueños de la verdad donde toman las decisiones los bardos del aire mental que sufren eternos retornos de fábulas sin caridad como el viento de los sagaces que destruyen la aldea y se van o como el milagro del santo que huyendo del cielo a pecar lo encontró el dios del camino y lo encerró en la soledad. ¿A dónde va la gente que no sabe a dónde va? La sinestesia de las brujas y la entelequia familiar en los círculos prepotentes que viven de la vanidad de querer ser lo que se quieren sin que importe la realidad de lo fatídico y errante, del suplicio que volverá a recordarnos que el dinero es su fuente, su manantial, la despensa de lo siniestro sus espesos muros de sal. Y a la gente la llaman pueblo arcilla para modelar los expertos en las mentiras del arraigo sentimental un barro triste y maleable que quiere y se pone a cantar las canciones del oprimido que se deprime en el sofá al ver, agridulce el anhelo, que el sueño se puede tocar como se tocan las materias del hambre en el cuerpo espectral.
Administración
Romance de un paciente recién operado
ronto no te acordarás del nombre de tus amantes, poco a poco o de repente como un pájaro sin aire cayendo en las desoladas metáforas del descarte: polvo en el polvo, ceniza y olvido, alma de embates para los días sin suerte y sus destierros al margen; horas y horas vendidas al solitario calambre de no recordar ya nunca el nombre de tus amantes. Será la prueba eficiente de que siempre fuiste nadie, de que ganó la miseria la mano echada del naipe (ese albur de los destinos que arrastra sentencias graves), la partida que se juega en laberintos de albares, en las brumas del afecto, junto al deseo de un hambre que recompense tu vida de tan olvidar lo que amaste y deje que los desiertos se pueblen de soledades. Y esa desdicha que viene o ha de venir con un martes de tiempo que determine una visión entrañable de una vida distinguida como un pétalo que cae en el agua de una acequia que corre entre palmerales, crecida por las sonrisas en las huellas de la sangre heredada por las ansias de los ojos de mi madre, vida abierta a las alondras sin miedo a que les disparen. Esa vida ha de ser vida (nada será como el antes) sin instancias de la muerte sin sabores que te amarguen sin los miedos de las sombras sin las sombras aberrantes, sustentada por las vigas elevadas por el arte elegida o regalada por los dueños de las tardes que siembran las delicadas semillas para que salves el valor de la verdad la verdad de los desastres, leve de acontecimientos limpio, sereno, elegante roto en la luz y encontrado en el brillo de los árboles.
Romance de la imaginación
oy a dejar que los pies
se vayan adelantando.
La cabeza va después
con sueños de contrabando.
La salud es lo primero
y en la mente se alimenta.
No basta el ojo certero,
es el mito quien lo intenta.
Las bajas pasiones tienen
venenos de mundo lento,
derivas que no convienen,
vapores sin pensamiento.
El arco que tensa el cielo
tiene la fuerza de un brazo
que eleva la flor de un velo
en la fijeza de un lazo.
Tensión y temperamento
para subirme a la torre
del aire en el firmamento
que por la imago se corre.
Virtud y desenvoltura
se premian con la fiereza
del viento que por la altura
impulsa la sangre y reza.
Oraciones son palabras
dispuestas para la marcha,
mágicas abracadabras
que abren cristales de escarcha.
Y en el fondo debes hallar
ese tiempo que se eterna
en saber sin mancillar
el cristal de la lucerna.
Colegas laborales (Haikus arromanzados)
stos cretinos con los que he compartido tanto destino. Ignoran todo cuanto no sea mamar de cualquier modo. Son los esclavos, educados serviles de otros esclavos. Siguen cadenas miserias circulando por las sus venas. Los maldicientes se delatan por ser tan reverentes. Los mamarrachos indignos mamelucos de los despachos. Limpia pelotas, mamporreros del basto como las sotas. En la encamada sucios lobos vulgares, siempre en manada. La voz de su amo, gregarios mantecosos, bichos del ramo. No es necesario insistir en el tema del relicario. No se merecen que sus dioses los nombren para que recen.
Romancillo del perro liberado
n pie tras otro pie
Y un perro nazareno
Por caminos cerrados
Por caminos abiertos
Delante de los hombres
Jadeando va y contento.
Entra raudo en el río,
Desenvuelto y azuzado,
Sus propias decisiones
No requieren del amo
Órdenes ni collares
Cordeles ni mandatos,
Entra fresco en el río
Libre en su desacato.
Ama su sumisión
De perro consumado
Más llegado al arroyo
Se lanza sin recato
A las aguas revueltas
Como un jinete bravo
Entraría en batalla
Sin cuidarse del daño.
La fruición lo arrebata
Indócil más que sabio.
El gusto de vivir
El reto del asalto,
Lo lleva por la sangre
De rebelde callado
Sin pensar que después
Puede venirle un daño.
Su firme decisión
Se olvida del pecado.
Placer de insumisión
Placer de iluminado
Esos grandes placeres
Propios de los esclavos.
¡Qué importa! Si el instante
Se agranda eterno y ancho,
Y el tiempo ya no cuenta
Que cuenta ser sin amo
Un perro nazareno
Saliendo del sembrado
Por trochas renovadas
Senderos no trillados
Que todo es nuevo y sabe
A perfecto y soleado
Día de libertad
Día de nuevo estado
Día para vivir
Proscrito de los palos.