Los rostros del mundo (295) Oración LVI

ORACIÓN  LVI

Nombrarte Señor, elevarte,
me convierte en hombre humilde, 
sumiso a la realidad inapelable del mundo,
dócil al trabajo y al sufrimiento,
devoto de ti y la familia y la tribu y la nación

pasante pasatista,
servil, acogotado, cobarde,

pero a su vez, 
por reacción al aplastamiento,
me transformo en insumiso,
intrépido, radical, asaltante, sagaz.

A ti te debo mi valentía, Señor,
y a esa esclavitud, mi libertad.

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