COMIDAS El 12 de enero de 1664, Samuel Pepys escribe en su diario que ha comido un cisne asado y que es “un manjar delicioso”. Los hábitos alimentarios del hombre pueden ir desde las hormigas al pangolín, pasando por los gusanos, los saltamontes, los caracoles, los caballos o cualquier otro animal que nos rinda sus proteínas. La cultura alimentaria, aparte de territorial, es particular. Conscientemente, yo no comería cisne, ni filete de delfín, ni golondrina a la plancha, ni jilguero macerado, ni corazón de águila, ni pechuga de halcón o búho… Ni cualquier animal que pueda calificar de “adorable”. En esa categoría entra el cisne, el perro, el gato, el loro, el burro, el hamster, los peces de colores u otros animales que componen la familia de las mascotas. También, por otros motivos de repulsión, no comería rata, hiena, víbora, murciélago, sapo, babosa, araña… No sé cómo he pasado del cisne de Pepys a estas babosas o arañas. El caso es que no comería ni una cosa ni la otra, aunque estoy más cerca de Pepys que de la araña.